La gloria no existe
Ayer la felicidad me recorría el cuerpo
hoy la desesperación me hace salir corriendo.
El sol en la ventana es lo que me lleva
estar sentada en esa esquina de la mesa,
mirar el paredón blanco irregular, manchado de musgo y humedad
ver el otoño desde ahí.
Nunca salí y eso me llevó a no querer salir,
ese es el único lugar
el sol entra y convierte la casa en hogar.
Y lo quieren enrejar
quieren construir como se construyó todo
sin patio, sin árboles, sin flores.
El árbol de mi ventana ya no está,
el ombú ya no está.
Tampoco están los hinojos, las chilcas,
el alambre donde Diego se cortó la pierna
la cuneta del doble de mi altura,
treparla era una hazaña que sólo los mas ágiles conseguíamos.
El puente, que se cruzaba corriendo, para ir a la canchita
el pozo ciego donde me caí,
con mi conjuntito lila de pollerita tableada de algodón.
Y yo quería jugar al fútbol
correr y jugar a la pelota.
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